jueves, 26 de septiembre de 2013

¿Aplauso o exigencia?

-Marcos Betanzos
-@MBetanzos

Hace algunos días escribí en Podio mi columna llamada “Después de la tormenta no llega la calma”, en ella compartí una serie de reflexiones y señalamientos en torno a la tragedia que nos acontece a lo largo y ancho del país por el arribo simultaneo de los meteoros Ingrid y Manuel. Ayer por la tarde recibí un comunicado de prensa en el que se anuncia que el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), Jorge Carlos Ramírez Marín, anunció que a principios de noviembre del presente se firmarán convenios con los ayuntamientos de las 90 ciudades más importantes del país, para evitar que se otorguen permisos de construcción en zonas donde exista riesgo para la vida humana, todo ello con base en los datos del Registro Nacional de Reserva Territorial, del Registro Único de Vivienda y del INEGI.


Esto ya se había discutido (dicen los que saben) muy profundamente durante la clausura del foro de consulta para la integración de los Programas Nacionales de Desarrollo Urbano y de Vivienda, y entonces tal resolución fue el (positivo) resultado de la jornada del evento donde se llevaron a cabo cinco mesas de trabajo, las cuales trataron los temas: Modelo de Desarrollo Urbano y Metropolitano; Vivienda Digna y Sustentable; Movilidad Sustentable y Productividad, Gestión de Suelo y Desarrollo Regional, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Económico.

Para cerrar con broche de oro, este foro de consulta ciudadana donde participaron 40 expertos panelistas y más de mil invitados entre profesionistas, empresarios de la vivienda y de la transformación, representantes de universidades, legisladores y funcionarios locales, entre otros “consideró la necesidad de incluir los conceptos de prevención y mitigación de riesgos, de cuidado y preservación del medio ambiente; tomar en cuenta los efectos del cambio climático en todos los desarrollos, infraestructuras y equipamientos urbanos; la urgencia de cambiar los criterios para la generación de vivienda, y frenar totalmente los asentamientos irregulares”. No dicen cómo y tampoco, si están atendiendo el origen de estas manifestaciones o sólo lo ven superficialmente, como un problema de ubicación.

La dependencia federal ha celebrado esto con bombo y platillo estos anuncios, sobre todo porque tal como afirma su titular, Ramírez Marín “los fenómenos climatológicos que afectaron al país recientemente demostraron que si bien se ha aumentado la eficacia de respuesta ante las catástrofes, aún falta mejorar la capacidad de prevención a través de la planeación urbana”.

Para mí no deja de tener esto un tinte de oportunismo y de burla. Amargo sabor de ver quién adquiere capital político o de cualquier otro tipo a través de la desgracia. Desde mi punto de vista, la eficacia para responder ante la catástrofe no es algo que deba celebrarse antes de ver cumplidos muchos de los conceptos que reiteran, ahora sí entraran en vigor y se harán cumplir en la menospreciada temática de la planeación urbana.

 Reitero: la solidaridad de la sociedad ya nos es reconocida a nivel internacional. Son los mismos salvando a los mismos de siempre (y habrá que seguirlo haciendo si no cambia también el sentido de solidaridad ante la vigilancia por el cumplimiento a las leyes y la prevención). Pero entonces sale a flote la pregunta: ¿cuándo llegará el día en que lo que se reconozca sea la eficacia y relevancia de este tipo de eventos? que por momentos, parecen simples estaciones obligadas para la consolidación de un sistema burocrático basado en la simulación y el oportunismo.

Habrá que esperar a que llegue en noviembre próximo la tan esperada firma de convenios, y más adelante con un poco de tiempo los resultados. Quizá veremos –como lo demuestra la historia-, que las palabras e intenciones sólo sirvieron para dar la nota periodística en un momento preciso donde las sirenas y focos de alarma no dejan de hacerse sentir. Ojalá la sorpresa sea mayúscula y el resultado en verdad, eficaz.



*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente. Becario del Sistema Nacional de Jóvenes Creadores FONCA 2012-2013 en la disciplina de Diseño Arquitectónico
@MBetanzos

jueves, 30 de mayo de 2013






Renuncia a la utopía
Marcos Betanzos* @Mbetanzos

Tan cercano a nosotros está la idea utópica de las ciudades en el futuro como lejana de ser un pronóstico confiable y certero. Los medios, en especial el cine han hecho que dentro del imaginario colectivo se establezca cierta fijación por la estética “futurista”, por la movilidad que enfatiza el dominio de la gravedad y por la autonomía de nuestros sistemas de comunicación; entre muchos otros aspectos.
El cine, nos lleva ventaja. Muchas de las cosas que hoy en día apreciamos como parte de escenarios que configuran la ciencia ficción son experimentos producidos por el software que la arquitectura ha empleado con un desfase de casi dos décadas, vamos siempre detrás de la representación cinematográfica aunque es evidente que el tema le ha interesado (obsesionado también) a un sinfín de arquitectos, urbanistas y diseñadores desde hace mucho tiempo.
Lo anterior –debe decirse-, no sólo ha sido empleado como herramienta para imaginar que viviremos en mejores circunstancias, es decir abordándolo desde una posición positiva y onírica, en muchos casos estas ideas utópicas han servido para evidenciar carencias y frivolidades del momento vivido por sus autores. Estas visiones señalan rumbos y perfilan trayectorias, plantean temas a desarrollar y generan cuestionamientos que al paso del tiempo se convierten en ideas, en objetivos concretos.
“La arquitectura cultiva sus problemas y sus tareas, que las nuevas circunstancias sitúan en términos objetivos y no mistificados. La respuesta llega con retraso, como siempre…”, escribió el historiador Leonardo Benevolo, y tiene toda la razón.
Por lo pronto esa visión futurista de la disciplina presenta una clara bifurcación temática: por un lado, aquella que acompaña los avances tecnológicos y el desarrollo científico; y por el otro, la vinculación con las preocupaciones e ideales globales que fomentan retos y transformaciones de nuestro contexto social.
Visión local
México enfrenta sus propias utopías, muchas de ellas basadas en la reactivación de pasivos naturales y zonas geográficas que configuran un nuevo esquema de cohesión colectiva, de interacción y detonación multifactorial. Lejana a la visión de una metrópoli espectáculo, los arquitectos y urbanistas tienen el reto descomunal de interactuar con otras disciplinas para abordar de forma holística una serie de carencias que requieren mucho más que imaginación y delirio personal.
Otras serán las realidades que habrá que sortear antes de llegar a ese tiempo futuro donde la vida se desarrolle de manera automática. Antes, pero mucho antes que eso suceda habrá que resarcir los surcos que nos habrá dejado la construcción de guetos y de pequeñas comunas dominadas por el aislamiento y la carente dignificación de la vida. Las piezas o edificios “de diseñador”, tendrán que dejar el paso abierto a una configuración de conjunto, por fortuna algunos personajes ya han comenzado a dar esos pequeños pasos.
Cuestión de tiempo y de optimismo para que muchas de las voluntades puedan alinearse. La utopía o la imaginación desbordada de algunos ayudan a que el horizonte colectivo tenga proximidad, vínculo real e impacto directo. Dentro de la profesión, hay mucho más fondo que la producción de imágenes seductoras y en ello aunque el cine nos lleve ventajas que parecen inalcanzables, la realidad no cesa y las necesidades parecen apremiar.
De la mano de la arquitectura las soluciones llegarán pero no por sí misma, sino por influencia de otros campos del conocimiento o de poder. Esto si se quiere que la evolución y el cambio se consiga no sólo en el ámbito de la representación y la producción formal. Si se desea lo contrario, el papel del genio creador, le viene bien a la utopía de soñar que un día nos tele transportaremos.