lunes, 3 de agosto de 2015

La Visual de... El desinterés social: una bienal de arquitectura

OXFAM México reveló en el 2014 que 85 personas alrededor del mundo poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Para enero del 2015, el número se había reducido a 80. 

Por Marcos Betanzos*  @MBetanzos
 
Así inicia, con esas cifras nada alentadoras, la investigación de Gerardo Esquivel, “Desigualdad Extrema en México: Concentración del Poder Económico y Político”. El documento auspiciado por OXFAM México, causó revuelo en las últimas semanas al detallar la situación del país desde la perspectiva de la desigualdad, distribución de la riqueza y las condiciones reales de la estructura económica: los privilegios y los estancamientos sociales, éstos últimos contrastados con la máquina incesante del discurso político, desde el cual todo marcha en el país a paso firme para alcanzar un futuro venturoso (al que no se sabe cómo llegar).

Los datos que vienen a caudales, no sorprenden, dan claridad: En México hay más de veintitrés millones de personas que no pueden adquirir una canasta básica, sin embargo, tenemos la vergonzosa cualidad de contar con el hombre más rico del mundo y de acuerdo a la Standardized World Income Inequality Database nos encontramos dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo. Datos de la Secretaría de Desarrollo Económico indican que ningún país del subcontinente se ha mantenido tan rezagado el poder de compra del salario mínimo como en México. Así: “En palabras reales, un mexicano que trabaja una jornada de forma completa y que percibe el salario mínimo sigue siendo pobre. Si con ese ingreso ha de mantener a un miembro más de su familia, a ambos se les considera pobres extremos. El salario no está ni cerca de ser suficiente para adquirir la canasta básica que les provea de los nutrientes mínimos indispensables para llevar una vida saludable”. Enfatiza Esquivel. 


Algo similar apunta el autor del Libro “El Mirreynato: la otra desigualdad”, Ricardo Raphael, quien en su columna titulada “Morelos nos abandonó” hace referencia a los 12 millones de mexicanos que deben sobrevivir con 15.2 pesos diarios. Él es categórico al señalar que “así es imposible alimentarse, vestirse, contar con un techo, curarse, educarse”. Lo evidente no deja lugar a dudas.   
Del señalamiento realizado sobre “contar con un techo” y a propósito de este golpe de realidad, vale la pena revisar los resultados de la Segunda Bienal de Arquitectura de la Ciudad de México que se acaban de dar a conocer. Con el aplauso a los ganadores y tratando de darle un sentido disciplinar a este texto, vale la pena reflexionar en torno a las razones por las cuales ningún proyecto fue presentado en la categoría Vivienda de interés social.

La ausencia de proyectos en esta tipología acusa los territorios donde los arquitectos parecen encontrar una franca barrera para establecerse o simplemente son nulificados en ese rubro de participación laboral. Que no se haya presentado ningún proyecto en la categoría, eleva, da certeza y vuelve oportuno lo dicho por Alejandro Aravena: “Trabajar con este tipo de proyectos es un gran ejercicio para el arquitecto, ya que lo obliga a trabajar con lo estrictamente necesario y a desechar lo superfluo. La vivienda de interés social no pasa solamente por proveer metros cuadrados para que la gente pueda usarlos, sino también de aspectos más cualitativos”.


Puesto así la vergüenza es mayor para esta ausencia en la Bienal que, aunque no sea un escenario perfecto constituye una muestra específica de nuestra realidad profesional. ¿Qué realidad viven y observan los arquitectos? ¿Será esta ausencia la ilustración de un complejo máximo que no permite presumir al que trabaja en estos escenarios? ¿O no existe quien cumpla con los parámetros cualitativos que menciona Aravena cuando indica que  la vivienda social requiere calidad, no caridad profesional".
 
Al gremio habrá que recordarle los datos que proporciona Ricardo Raphael: “Uno de cada cinco mexicanos padece hambre, uno de cada dos vive en condiciones de pobreza, la clase media desaparece en México y los que viven en la cúspide del Mirreynato no se dan cuenta de la violenta tragedia que significa la fractura de nuestra sociedad”. ¿Mirreyes Arquitectos? 

En dos años veremos si el panorama se ha sensibilizado, no apelemos al cambio, quizá sería mucho pedir.


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Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto por la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional (2008), articulista y fotógrafo independiente desde 2003. Profesor del Taller Max Cetto y Jorge González Reyna de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.

En 2013 obtuvo la Beca Jóvenes Creadores FONCA-CONACULTA por su proyecto #BORDOS100. Es fundador del taller de arquitectura y urbanismo FUNDAMENTAL, el cual ha recibido los siguientes premios en conjunto con Victor Hugo Betanzos, Cinthia Xochicale y Guillermo González: Mención de Honor con el proyecto Intervención Urbana Casa Barragán (2012), 2do. Lugar Concurso Intervención Urbana Barrio Chino – Plaza del Buen Tono (2014), Medalla de Plata Concurso Intervención Urbana DISTRITO ARGENTINA (2015), entre otros.



 



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