jueves, 25 de septiembre de 2014

La visual de…

México en Venecia (2da. Parte) 


Por Marcos Betanzos* @MBetanzos

Salvador Quiroz Ennis, es fundador del despacho CONCEPTO M, dedicado al diseño museológico, museografía y construcción para exhibiciones y museos. Formado como diseñador industrial, se ha desarrollado profesionalmente en arquitectura, ecología e instalaciones kineticas.  Quiroz Ennis es alguien que vivió el proceso y que conoce desde adentro todas las carencias de una fallida representación nacional en la Bienal de Arquitectura de Venecia. Sobre este tema, manifestó en diferentes momentos su interés de hacer públicas las observaciones que ameritaba su experiencia, ante la ausencia de espacios editoriales para ello, este espacio personal cede a él esta entrega para darle cabida a su voz vinculándola con un primer texto http://www.podiomx.com/2012/09/mexico-en-venecia.html que escribí en este mismo espacio sobre la participación mexicana. 

¿Condenados a hacer menos?

Por: Salvador Quiroz Ennis
Después de la inauguración del Pabellón de México en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2014 habría que profundizar en varios aspectos de su realización. El INBA acaba de renegociar con la Fondazione La Biennale di Venezia la cancelación del comodato de nueve años en la deteriorada Iglesia de San Lorenzo, adquirido por la gestión anterior. Se trata –la nueva opción- de un espacio modesto en dimensiones y de mejor escala a nivel financiero: un salón del Arsenale que servirá a México por veinte años y para al menos 80 exhibiciones culturales de arte, cine, música y arquitectura.
Los recintos son parte fundamental de cualquier evento cultural, pero si revisamos cuatro elementos fundamentales de la exhibición (gestión, curaduría, museología y museografía) y sus interacciones entre sí, el diagnostico final no es nada afortunado.
 
La gestión es la columna vertebral. Debe cuidar el profesionalismo del proceso y la visión futura de sus interacciones. Desafortunadamente, el INBA permitió que el concepto ganador (del pabellón mexicano que sostenía el tema Condenados a ser Modernos) del cual fui parte solo hasta el fallo del jurado, concluyera con deficiencias técnicas, de contenido, de representación, y por ende también de vinculación profesional, manteniendo los mismos temas institucionales que siguen siendo un obstáculo para las licitaciones públicas de infraestructura cultural así como para estos eventos internacionales. Eso no es todo, además existen otros problemas que condicionan autoritariamente las colaboraciones multi-disciplinarias bajo intereses que por lo general resultan ser egoístas y poco profesionales y que limitan esa visión futura que la gestión debe cuidar.

El proyecto, realizado entre enero y mayo del 2014, tuvo un tiempo de ejecución muy corto. ¿No hubiese sido más conveniente fabricar en Europa en vez de enviar 1.5 toneladas de material en maletas desde México?   El tiempo de realización no sólo afecta la fabricación del proyecto sino todos los aspectos a desarrollar. Corea y Chile, por ejemplo, ganadores del León de oro y plata respectivamente, trabajaron la curaduría e investigación con uno y seis años de anticipación, más un año de realización museográfica y de producción en ambos casos.
Sabemos que la curaduría general de la Bienal la planteó el arquitecto Rem Koolhaas con conceptos muy claros. Se habló de una bienal de arquitectura, no de arquitectos, invitando a mostrar los acontecimientos que construyeron la modernidad de cada país a partir de aspectos sociales, políticos, culturales e históricos. Koolhaas revive la idea de la Bienal de arte, complementando las reflexiones con la inclusión de todos sus segmentos incluyendo arte, cine y teatro. Una representación con una o varias reflexiones sobre modernidad con perspectiva y profundidad, no solo arquitectos.
 
Suiza, por ejemplo, presentó un análisis de los proyectos del antiarquitecto inglés Cedric Price (1925-2003) y del sociólogo suizo Lucius Burckhardt (1934-2003), dos visionarios que realizaron poca obra, pero cuya teoría y vocación de dibujo no sólo han sido herramientas de redefinición de la arquitectura, sino también una demostración de cómo se puede anticipar el futuro. Esta exhibición es una coreografía, no de obras seleccionadas, sino de otra realidad expositiva más viva. Con especialistas moviéndose dentro y fuera del archivo, mostrando los diferentes facsímiles de los proyectos a los visitantes, invitando a reflexionar sobre qué tan modernas continúan siendo las visiones de estos dos pensadores. Es un espacio de libre expresión que no afirma verdades absolutas. Una museología con una curaduría en proceso y sin museografía.

Por su parte, México apostó por una pasarela institucional y ordinaria con talentos reconocidos ya cientos de veces. Contemporánea en apariencia, pero con un discurso tradicional hecho con fuertes concesiones arbitrarias, los curadores incluyen también su memorial de "Las víctimas de la violencia", y deciden definir todos las partes que conforman la exhibición solos, aún y cuando los gestores del evento solicitaron equipos multidisciplinarios para su liderazgo. El problema fue, que el INBA dio un único contrato a los arquitectos, mismo que aprovechan para ser juez y parte.
Museográficamente hablando, el diseño de una exhibición debe lograr la traducción emocional de un discurso intelectual, pero en este caso el resultado final imperó lo ordinario de su curaduría.  Primero, el acceso principal al pabellón mexicano se resolvió del lado colindante al de los Emiratos Árabes, ignorando el patio privado al otro extremo que era la mejor opción. Esa decisión hizo que ubicar a México resultara confuso y difícil de encontrar. Segundo, las soluciones del pabellón carecían de opciones bien investigadas respecto a materiales y procesos. La solución de la tela envolvente, que era el corazón emocional de la propuesta, resultó pesada, opaca y perdió la translucidez del concepto. Queda claro que no todos los proyectistas están entrenados para resolver detalles de diseño museográfico. Tercero, ¿Por qué no se aceptó la dinámica sugerida por la Bienal: con los ocho minutos de tiempo promedio por visitante? La proyección se va a casi veinte minutos de efectismo con una narrativa fuera de la petición, repetida en los paneles circundantes, baja en luminosidad y poco clara.
Museológicamente, las exposiciones sobre arquitectura pueden ser aburridas: maquetas, planos, fotos, croquis, textos. Pero la bienal de Koolhaas no lo fue, y quiso contar la historia de la modernidad sin mencionar ningún arquitecto. Por ejemplo, en el caso coreano se unieron dos ideologías en un solo pabellón. Los daneses poetizaron sobre la estética y la naturaleza como elementos complementarios de la arquitectura. Los finlandeses presumieron la sencillez y la materialidad de su diseño. Los rusos ironizaron sobre el capitalismo mientras los americanos presumían su poderío corporativo. Sólo haciendo a un lado los nombres detrás de la arquitectura se expresa de manera más amena la colaboración técnica y creativa del espacio. Ese fue el principal placer de visitar la Bienal este año, su diversidad cultural e intelectual.
En el caso mexicano se debió gestionar primero la curaduría y, luego, la museología como lo hicieron otros países. Planear ordenadamente —como rara vez hacemos— y, coordinar una auténtica colaboración entre los distintos actores para establecer comportamientos integrales de una colaboración, que quizá algún día, nos ponga el ejemplo para ganar un mundial y más medallas olímpicas por equipos.
Esta desafortunada táctica curatorial, museológica, museográfica y de gestión del pabellón mexicano en la Bienal secuestró el espacio conceptual y representativo presentado en el concurso; formó bajo las perversas y ancestrales mañas entre el Arquitecto y el Poder (en mayúsculas, por supuesto) un stand de turismo sin visión. Digamos que lejos de representar nacionalmente a las mentes orquestales, los talentos curatoriales, y la sensibilidad museológica y museográfica que el país es capaces de hacer; mostró los malos y comunes procesos que nos condenan demasiado seguido a una miedosa y vergonzosa imposición banal que perjudica a todos los gremios del arte y la cultura, y que además sigue formando parte de todas las licitaciones de infraestructura nacionales que comparten el mismo problema: la forma antes que el fondo. ¿Condenados a ser modernos? Me temo que no.
 
 
 
 

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