lunes, 8 de diciembre de 2014



 
DESDE EL ESCRITORIO 

Marcos Betanzos - @MBetanzos 

Cualquiera debería saberlo, hay proyectos que no pueden plantearse y dictaminarse desde el escritorio (quizá es una obviedad que deberían de serlo todos), mucho menos cuando tienen como consigna la recuperación de ciertas zonas de la ciudad y los funcionarios en turno promueven insistentemente con su despliegue panfletario, los beneficios sociales de impacto directo que estas obras “concretarán”. Cualquiera debería saberlo pero no, al parecer no todos lo saben y mucho menos las dependencias gubernamentales que se empecinan en producir proyectos al vapor intentando ceñirse a la agenda política de una autoridad superior.  

Ahora con el nuevo botín de entretenimiento popular en que se ha convertido el tema de la generación de ciclovias y la promoción de la bicicleta como medio de transporte sustentable, eficiente y económico,  algunos políticos comienzan a hacer lo suyo: tapar el ojo al macho con obras absurdas y totalmente ridículas que carecen de fundamentos para que éstas se conviertan en verdaderos detonadores benéficos para mejorar la vida en la ciudad. 

Aquí se pueden mencionar las inconsistencias de los trazos y soluciones técnicas planteadas desde el gobierno de AMLO, las improvisaciones en el Paseo de la Reforma que surgieron en la administración de Marcelo Ebrard y que continúan hasta el día de hoy con casos fallidos como la intensión de incorporar una ciclovía en Av. División del Norte que aún no puede conciliar el titular del gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera. Todas ellas, motivo de quejas y motor –casi siempre- de accidentes y controversias a nivel de calle para los usuarios. ¿Puede el gobierno ponerse una estrellita y decir que vamos en el camino correcto, que estamos cubriendo puntos de la agenda de la movilidad urbana con soluciones a medias o de tan bajo nivel? ¿Pueden presumir que tales ocurrencias son en verdad soluciones sin primero haberlas planeado, concientizado a la población, ordenado y liberado de usos o abusos comunes, y ejercido un plan estratégico para hacer cumplir los objetivos de estos proyectos?  ¿De dónde salen tantas ideas que después se convierten en proyectos tan arbitrariamente diagnosticados? 

Es inevitable, ¡cómo no pensar que obras como el Mega Biciestacionamiento, recientemente entregado e inaugurado en las inmediaciones del CETRAM Pantitlán en la Delegación Venustiano Carranza no es producto de la premura por (mal) gastar (derrochar, lapidar y repartir) un recurso que debía de hacerse efectivo de forma expedita, por no decir improvisada! ¿Cómo entender que ahora ya se tiene un nuevo elefantito blanco, una obra que se ha presumido como ejemplar y la más grande de América Latina, pero que se encuentra en un sitio donde nadie puede llegar en bicicleta, dónde los usuarios deben –si quieren llegar sanos y salvos- bajar de la bicicleta para sortear camiones, puestos de comercio informal, baches, calles en mal estado, y rutas inaccesibles e inexistentes. ¿A quién se le ocurrió el disparate? 

Es una burla, desde hace más de quince años existe un biciestacionamiento cerca de la Línea 9 del CETRAM Pantitlán -con menos oropel pero que funciona correctamente al grado de ser insuficiente-; su existencia comprueba que las personas sí llegan en bicicleta a la zona, pero su posición se encuentra diametralmente opuesta a donde las autoridades pusieron el suyo, el nuevo, mucho más caro, mucho más grande, mucho más “diseñado” y todo para ser una edificio inútil y torpe, siempre vacío. Más que preguntar, habrá que comenzar a dudar de esos magníficos funcionarios que siguen pensando que andar en bici es una cuestión de moda, lo superficial y lo absurdo.
Ojalá pronto puedan recorrer, todos ellos a pie y en bicicleta la zona, esperemos que así entiendan la magnitud de sus improvisaciones y dejen de lado sus poses fotográficas. Ojalá.  






Relación de imágenes:
1: Cortesía Crónica
2: Cortesía Milenio
3:Cortesía Obrasweb
4:Cortesía Milenio 

* Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe. 

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