jueves, 20 de octubre de 2011

Tecnología de la Necesidad

Tecnología de la necesidad (y otros temores).
Texto y Fotos: Marcos Betanzos @MBetanzos

Pocos tienen el valor de aceptar el nerviosismo que representa hablar en público, es complicado. Estamos frente a la expectativa -los que hablamos- y ante la idea exigente de recibir una revelación que muchas veces -quizá la mayoría nunca sucede-. Es una fortuna cuando pasa.


Con motivo de la serie de conferencias que la Universidad Iberoamericana Campus Puebla organizó y en la que fueron invitados Alfredo Cano (t3arq), Carlos Coronel y Hector de la Peña (Buscando la Aurora), Carlos Marín (Lab07), Omar Rendón (Despacho de Arquitectura), David Pineda (Tares) y un servidor, me alegró encontrarme con cierta característica dominante que es quizá, demasiada esperanza por lo que es capaz de hacer la arquitectura y evidentemente sus múltiples manifestaciones.


No sé si a los demás les pasó lo mismo, pero quizá por mi contacto claro con el tema de la basura, sentí que en algún punto el tema de los residuos, su manejo y soluciones sacaron a flote las preocupaciones e inquietudes comunes que pocas veces encuentran su espacio para ser ya no analizadas, simplemente discutidas.


Hablé del término que define ciertas soluciones constructivas en comunidades cerradas y de escasos o -en apariencia- nulos recursos: la "Tecnología de la necesidad". El cómo lo residual es susceptible de transformación y de cambio, de cómo una vieja tina de baño se convierte un día en un bebedero para un caballo, o un ropero en una puerta, de una plástico como impermeabilizante efímero pero eficaz y de la corcholata clavada y la llanta ponchada sirven para mantener arraigado al piso el espacio que nunca debió haberse construido pero que existe contra toda lógica y sin necesidad de un arquitecto.

Hoy me llegó un vídeo de Hector de la Peña y lo comparto aquí, ilustra bien. Agrego una foto del tiradero de basura de Nezahualcóyotl, Edomex una realidad más cercana en lo físico pero absolutamente inalcanzable -para muchos- en lo mental. La razón: que el miedo para hablar de lo que uno conoce nunca se va, y el terror para hablar de lo que se ignora siempre se asoma.



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