lunes, 28 de septiembre de 2015




SHOPULTEPEC SIN PAISAJE

-Marcos Betanzos @MBetanzos
Imagenes: Cortesía @otrochapultepecposible 

La Visual de... Shopultepec sin paisaje

La noche del 25 de agosto la Academia de Artes de México, la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México, y el CAM-SAM celebraron al arquitecto Mario Schjetnan en el Museo Nacional de San Carlos con motivo del reconocimiento obtenido este año en Rusia, el Sir Geoffrey Jellicoe 2015 que otorga la International Federation of Landscape Architects (IFLA). En esa ocasión tuve la oportunidad de comentar brevemente con él, también con Mauricio Rocha y José Luis Cortés los alcances y las implicaciones de su participación como arquitecto paisajista en el proyecto presentado por PROCDMX para el Corredor Cultural Chapultepec. 



Mario, me dijo con claridad desde ese momento que su participación nunca implicó la realización de un proyecto para esa iniciativa y también dejó claro que su aparición obedecía a la asesoría solicitada por Fernando Romero para una idea conceptual que se resolvía a nivel de piso mayormente. Ante ello le cuestioné si estaba de acuerdo con el cambio de rumbo que se había ejercido al determinar que el proyecto se realizaría con una gran parte elevada y una inminente actividad comercial, él fue sensato pero no radical: me explicó detalladamente por qué un elemento elevado no era lo correcto desde la perspectiva urbana, de inclusión social y del espacio público y aceptó que la parte comercial no era tan descabellada si se mantenía la idea de potenciar el predio que hoy ocupan instalaciones de la Secretaria de Seguridad Pública.

 

Me dijo relajado aunque contundente: “Yo como Le Corbusier, tengo mis cinco puntos para decir si a ese proyecto le entro o no. El primero de ellos es que todo se resuelva a nivel, si eso no es así, yo estoy fuera de eso”. Ignacio Méndez, arquitecto que representa la oficina de Fernando Romero y quien ha presentado en diversos foros el proyecto, esa noche estaba en la celebración y Mario le reiteró frente a nosotros que sus observaciones debían de ser tomadas en cuenta para que su participación fuera tan real como se había afirmado.

 

Hace apenas dos días se hizo pública la carta que Mario Schjetnan dirigió a José Luis Cortés en su calidad de presidente del Colegio de Arquitectos de México, la misiva deja clara la postura de la oficina que encabeza Schjetnan y  hace evidente la debilidad del proyecto que promueve PROCDMX y su titular Simón Levy por su falta de transparencia y sobrada discrecionalidad consumada desde la cúpula del Gobierno del Distrito Federal.

 

A ello se le suma lo absurdo de una propuesta elevada que ha logrado, por su ambición económica ningunear el valor original del planteamiento de Juan Pablo Maza por revitalizar dicha avenida. Todo ello, bajo la actitud siempre temerosa y manipuladora de Fernando Romero quien parece imposibilitado a dar la cara frente a una iniciativa que tiene implicaciones en la vida pública de la ciudad.

 

Pero las inconsistencias no terminan ahí, a Mauricio Rocha también le pregunté sobre su participación en el consejo, me lo aclaró así: “Aceptamos en un principio el acercamiento de PROCDMX, sin embargo al ver la realidad y que ya todo estaba decidido, no era entendible la razón de buscarnos para formar parte del consejo por lo cual no aceptamos formar parte de él. No estoy dispuesto a que mi nombre legitime un proyecto en el que definitivamente no estoy de acuerdo”. Enfatizó.


Por la pertinencia del comunicado de GDU y por las implicaciones que tiene este proyecto -el cual cada vez esclarece más su carácter voluntarioso y se descubre como un mero pretexto para un gran negocio de unos cuantos-, creo pertinente incluirlo en su totalidad. La postura pública de estas ideas impone un precedente legítimo sobre nuestra profesión y la preocupación de los colegas por el futuro de la ciudad. Estoy convencido que el debate en este caso marcará un antes y un después para la toma de decisiones públicas y la reducción de pretextos faraónicos que disfrazan deudas políticas y negocios inmobiliarios como recuperación del espacio público.


Aquí las palabras de Mario Schjetnan y con ellas mi más sincero reconocimiento a su congruencia y profesionalismo.
 


 
Muy estimado José Luis,

La presente tiene por objeto informarte y aclarar mi participación en el Proyecto del Corredor Chapultepec.
1. Mi participación (a invitación del Arq. Fernando Romero) ha sido de asesor en cuestiones de vegetación y paisaje a un proyecto conceptual elaborado por su despacho. Mi participación a la fecha ha sido de asesor en general. No se me ha pagado ni he propuesto un alcance de trabajo ni honorarios.

2. Después de varias semanas (3) de analizar en todas sus dimensiones y dar mis opiniones al proyecto en términos no únicamente de vegetación, he comunicado mi punto de vista final sobre este proyecto:

A. Es necesario intervenir la Ave. Chapultepec en sus aspectos urbanos y de paisaje, por su deterioro y obsolescencia.

B. Que el proyecto que se presenta es bueno en cuanto a ganar un espacio de 20.00 m. desde la Zona Rosa, asi como en ganar las cuchillas o triángulos tales como Liverpool y Chapultepec donde se gana aún más. Y que la ampliación de la banqueta hacia la Colonia Roma se amplía de 3.00 a 6.00 m., es correcta.

C. Inclusive que la intervención de un edificio comercial en el espacio adjunto a la Glorieta de Insurgentes es positiva. (Entre la Glorieta y Versalles).Ya que es la zona más deteriorada y actualmente inaccesible. Que dicho edificio tuviera acceso directo al Metro Insurgentes. Que se recuperaran los Locales de la Glorieta Insurgentes tal como se tuvieron en su inicio, según proyecto de Salvador Ortega. Que desde dicho edificio se puede plantear un paso elevado sobre el cruce de Versalles y Chapultepec hasta conectarte a la cuchilla de Liverpool y Chapultepec, desde donde se descendería a la plaza. Justo en donde inicia el resto histórico del Acueducto, creando una gran plaza.

D. Que a partir de este punto todo el desarrollo sea a nivel de p.b. Mediante una gran rambla, arbolada, con comercios, quioscos y restaurantes, con ciclopista, bancas, esculturas y detalles alusivos al agua. Que en dicha zona de 20.00 m se puede incluir en subterráneo cisternas captadoras de agua para reciclar o inyectar en el subsuelo.
F. Que el elemento elevado es redundante, intrusivo, costoso y de alto mantenimiento.
Que a nivel urbano no es solución.

G. Que si están de acuerdo con mis recomendaciones, podemos replantear el proyecto. Que si se van por el camino adoptado me consideren fuera como asesor o consultor.
Esta comunicación final (ya que ha habido otras en cuanto a recomendaciones) la envié hoy temprano. Deseo informarte esto por dos razones; en tu calidad de Presidente del Colegio y segundo y más importante aún en tu calidad de amigo.

Recibe un saludo muy afectuoso como siempre,
Mario.
 
 
 
 

   






 
¡Estamos en Medellín! 




lunes, 3 de agosto de 2015

La Visual de... El desinterés social: una bienal de arquitectura

OXFAM México reveló en el 2014 que 85 personas alrededor del mundo poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Para enero del 2015, el número se había reducido a 80. 

Por Marcos Betanzos*  @MBetanzos
 
Así inicia, con esas cifras nada alentadoras, la investigación de Gerardo Esquivel, “Desigualdad Extrema en México: Concentración del Poder Económico y Político”. El documento auspiciado por OXFAM México, causó revuelo en las últimas semanas al detallar la situación del país desde la perspectiva de la desigualdad, distribución de la riqueza y las condiciones reales de la estructura económica: los privilegios y los estancamientos sociales, éstos últimos contrastados con la máquina incesante del discurso político, desde el cual todo marcha en el país a paso firme para alcanzar un futuro venturoso (al que no se sabe cómo llegar).

Los datos que vienen a caudales, no sorprenden, dan claridad: En México hay más de veintitrés millones de personas que no pueden adquirir una canasta básica, sin embargo, tenemos la vergonzosa cualidad de contar con el hombre más rico del mundo y de acuerdo a la Standardized World Income Inequality Database nos encontramos dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo. Datos de la Secretaría de Desarrollo Económico indican que ningún país del subcontinente se ha mantenido tan rezagado el poder de compra del salario mínimo como en México. Así: “En palabras reales, un mexicano que trabaja una jornada de forma completa y que percibe el salario mínimo sigue siendo pobre. Si con ese ingreso ha de mantener a un miembro más de su familia, a ambos se les considera pobres extremos. El salario no está ni cerca de ser suficiente para adquirir la canasta básica que les provea de los nutrientes mínimos indispensables para llevar una vida saludable”. Enfatiza Esquivel. 


Algo similar apunta el autor del Libro “El Mirreynato: la otra desigualdad”, Ricardo Raphael, quien en su columna titulada “Morelos nos abandonó” hace referencia a los 12 millones de mexicanos que deben sobrevivir con 15.2 pesos diarios. Él es categórico al señalar que “así es imposible alimentarse, vestirse, contar con un techo, curarse, educarse”. Lo evidente no deja lugar a dudas.   
Del señalamiento realizado sobre “contar con un techo” y a propósito de este golpe de realidad, vale la pena revisar los resultados de la Segunda Bienal de Arquitectura de la Ciudad de México que se acaban de dar a conocer. Con el aplauso a los ganadores y tratando de darle un sentido disciplinar a este texto, vale la pena reflexionar en torno a las razones por las cuales ningún proyecto fue presentado en la categoría Vivienda de interés social.

La ausencia de proyectos en esta tipología acusa los territorios donde los arquitectos parecen encontrar una franca barrera para establecerse o simplemente son nulificados en ese rubro de participación laboral. Que no se haya presentado ningún proyecto en la categoría, eleva, da certeza y vuelve oportuno lo dicho por Alejandro Aravena: “Trabajar con este tipo de proyectos es un gran ejercicio para el arquitecto, ya que lo obliga a trabajar con lo estrictamente necesario y a desechar lo superfluo. La vivienda de interés social no pasa solamente por proveer metros cuadrados para que la gente pueda usarlos, sino también de aspectos más cualitativos”.


Puesto así la vergüenza es mayor para esta ausencia en la Bienal que, aunque no sea un escenario perfecto constituye una muestra específica de nuestra realidad profesional. ¿Qué realidad viven y observan los arquitectos? ¿Será esta ausencia la ilustración de un complejo máximo que no permite presumir al que trabaja en estos escenarios? ¿O no existe quien cumpla con los parámetros cualitativos que menciona Aravena cuando indica que  la vivienda social requiere calidad, no caridad profesional".
 
Al gremio habrá que recordarle los datos que proporciona Ricardo Raphael: “Uno de cada cinco mexicanos padece hambre, uno de cada dos vive en condiciones de pobreza, la clase media desaparece en México y los que viven en la cúspide del Mirreynato no se dan cuenta de la violenta tragedia que significa la fractura de nuestra sociedad”. ¿Mirreyes Arquitectos? 

En dos años veremos si el panorama se ha sensibilizado, no apelemos al cambio, quizá sería mucho pedir.


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Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto por la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional (2008), articulista y fotógrafo independiente desde 2003. Profesor del Taller Max Cetto y Jorge González Reyna de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.

En 2013 obtuvo la Beca Jóvenes Creadores FONCA-CONACULTA por su proyecto #BORDOS100. Es fundador del taller de arquitectura y urbanismo FUNDAMENTAL, el cual ha recibido los siguientes premios en conjunto con Victor Hugo Betanzos, Cinthia Xochicale y Guillermo González: Mención de Honor con el proyecto Intervención Urbana Casa Barragán (2012), 2do. Lugar Concurso Intervención Urbana Barrio Chino – Plaza del Buen Tono (2014), Medalla de Plata Concurso Intervención Urbana DISTRITO ARGENTINA (2015), entre otros.



 



sábado, 25 de julio de 2015



The AA Mexico City Visiting School. Lecture by Marcos Betanzos. 
Centro Cultural de España en México, 2015.
 

 








lunes, 29 de junio de 2015


Compartimos este logro.

CONCURSO INTERVENCIÓN URBANA: DISTRITO ARGENTINA

2do. Lugar 

FUNDAMENTAL


Equipo de Proyecto:

Victor Hugo Betanzos

Cinthia Xochicale

Marcos Betanzos

Guillermo González

Carlos Verón 

sábado, 21 de marzo de 2015

La Visual de...  Aprender de todo lo malo

“Sí, soy un monstruo, un peligro para la sociedad. Pero quienes me señalan con sus índices flamígeros mientras contemplan el Skyline de Manhattan no son mucho mejores”.

J. Volpi
Memorial del engaño
 

Marcos Betanzos* @MBetanzos

 
 
Dentro de las actividades más comunes y socorridas en el proceso de aprendizaje de la arquitectura se encuentran las obligadas visitas a obras  en proceso de construcción,  el participar como oyente a las conferencias magistrales de los Maestros del oficio —arquitectos ampliamente reconocidos por su legado— o hacer la revisión espacial de aquellas obras emblemáticas que por sus aportaciones  —siempre catalogadas en el ámbito positivo— se han convertido con el paso de los años en piezas didácticas desde las cuales es posible descubrir soluciones técnico-constructivas y hasta revelar parte esencial del autor detrás en su propia obra. 

Mientras uno se prepara académicamente, la mente está puesta en visitar las obras fundamentales a las que uno se aproxima en libros; uno asiste a conferencias y congresos esperando oír la revelación más reciente de los grandes gurús, esas vacas sagradas que a la menor provocación nos confrontan y nos dejan sin argumentos por la comprobación y destreza que han logrado en su práctica profesional; uno aspira a ser como ellos, como estudiantes queremos recibir la mayor información y aceptamos sin reproche cualquier idea como verdad absoluta, hay demasiado respeto para pensar que uno puede contradecir esas verdades que nos parecen irrefutables. La fantasía se nos desborda.  Somos ilusos.

¿Pero qué sucede cuando las vacas sagradas ya no son la mitad de lo que fueron? ¿Qué sucede cuando esos personajes inalcanzables se convierten en ídolos de barro que demuestran su debilidad al revelarse como simples humanos, algunos corruptos, otros misóginos, los que tienen ínfulas de diva o los que sencillamente están instalados fuera de la realidad y un gran etcétera? ¿Qué sucede cuando la obra icónica, perfecta y fulgurante es descubierta por nuestra mirada como un edificio mal logrado, abandonado, hecho pedazos por el tiempo? ¿Qué sucede cuando los discursos que otrora fueron pura lucidez, hoy son un catálogo de banalidades y prejuicios? ¿Cómo evitar que la desilusión nos alcance? ¿Por qué no aprendemos de lo malo desde un inicio? Sí, de lo malo, de lo que jodidamente ya sabemos que está mal desde su origen.
Todo eso y otras cosas más pensé en días recientes cuando en compañía de Martha Latapí, Gerardo Pérez y Axel Arañó, visité la obra más reciente de Sebastián en Chimalhuacán. Una obra que como bien dijo Axel es el puro despropósito por donde se le vea: mal construida, mal emplazada, mal gestionada, mal proyectada, mal, mal, mal... Una obra que a pesar de todo su artificio, su pretensión, su megalomanía, la de su autor, su opacidad, su poder político o simbólico no impresiona —Alejandro Hernández me preguntó si impresionaba—, aterra. 

Aterra tanto como escuchar a los grandes arquitectos decir barbaridades en un congreso de arquitectura donde estudiantes imaginan que tienen algo que aprender; aterra tanto como saber que todas las obras son fácilmente construibles si se sabe cómo recorrer el camino de opacidad y hacer la antesala en las atmósferas de poder; aterra tanto como pensar que no hay punto de comparación entre lo que hace un escultor y un arquitecto; aterra tanto como desviar la mirada de estos lugares que siguen albergando estas obras que por ser tan malas valdría la pena considerarlas instrumentos didácticos de lo que nunca debe hacerse.
  

Sebastián con esta obra ha sido infinitamente más criticado, más visible, más repudiado y más exhibido que cualquier arquitecto. ¿No valdría la pena aprender de todo lo malo? En este país –o al menos digamos, en esta ciudad- hay muchísimo que aprender. Seamos honestos, quizá debemos irnos a la segura: aprender de todo lo malo y dejar de confiar ciegamente en lo que nos dicen que es bueno, porque eso que dicen que sigue siendo bueno tal vez ya no tiene nada más que enseñar.


* Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe.  

domingo, 22 de febrero de 2015

La Visual de... El hogar al revés 

-Marcos Betanzos* @MBetanzos

Encontré en Urbi Villa del Prado un muy buen ejemplo para entender el hacinamiento social: una colonia lejana, nueva, invadida por la delincuencia y completamente olvidada por el gobierno y la sociedad”.

Itzel Martínez del Cañizo describe así un conjunto de casas que se encuentran en una de las zonas más marginadas de Tijuana y que es habitado principalmente por trabajadores de las maquiladoras; otro caso más de los que se conocen y nacen sin cesar a lo largo y ancho del país, bajo la encomienda del Estado y sus políticas para satisfacer la demanda y el derecho de una “vivienda digna”, a la cual se accede a través de instrumentos crediticios que reiteran que lo último que importa es la arquitectura, el urbanismo para hacer ciudad y sí, algo más grave aún: las personas que los habitan padeciendo la nula planificación de este tipo de soluciones convertidas en negocios millonarios.
Ese es el escenario principal donde toma forma el largometraje llamado “El hogar al revés”, un film que se ha estrenado recientemente y que retrata la historia íntima de un grupo de adolescentes que llevan con algo más que valor, la heroica acción de mantener intactos sus sueños futuros en medio de un contexto con todo tipo de carencias que apenas y permite hacerse ilusiones sobre la vida. La dignidad de ellos y sus familias sacan a flote una historia que por momentos hace perder la respiración.
El retrato es duro, es otra bofetada para discutir si la propuesta de vivienda para la clase trabajadora de este país -que sigue vigente- debe continuar su incesante e irresponsable inercia. Es otro llamado de atención a diversos niveles para cuestionar cuánto tiempo más podrá soportarse el quebranto social y el aislamiento que estos desarrollos traen consigo.

“Urbi Villa del Prado, como todas, está ubicada en las periferias de la ciudad, lejana de la vida urbana y su riqueza. Sus habitantes deben dedicar largas horas del día para llegar a trabajar y regresar a casa”. Los que se quedan, niños y jóvenes, –explica Itzel Martínez- no tienen espacios públicos recreativos a su alrededor, los pocos parques que hay están en muy malas condiciones y se encuentran tomados por las pandillas. De día y de noche se siente la inseguridad en la zona: robos, asaltos, violaciones, drogas, están latentes.  Una colonia monocromática, seca, rodeada de tierra, aburrida. “Donde las casas son silenciosas o demasiado ruidosas con música a todo volumen, como intentando expandir el territorio personal a través del sonido, o queriendo reventar el interior con sus vibraciones. El calor es intenso y la sequedad presente en toda la piel”.

¿Cómo se soporta la monotonía, la soledad y el deseo de sobresalir en un lugar como este? “El hogar al revés” aproxima de una forma contundente a ese lado de la realidad que tanto nos cuesta ver. Un vez más, la reflexión –como ya va siendo costumbre- no llega desde el campo de la arquitectura, esta ocasión lo hace la acción cinematográfica, y lo hace dejando incomprensiblemente un sentido de optimismo que permite pensar que como personas podemos sobreponernos a todo tipo de pruebas para cambiar nuestra historia personal, inclusive la más adversas y las más rapaces, todas ellas y otras condiciones mucho peores que bien ilustra el tema de la vivienda en México.

Este film es por mucho una referencia obligada. 

Aquí puede ver el tráiler:https://vimeo.com/107842702

 

 * Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe.

 

lunes, 9 de febrero de 2015

Ya sé que no aplauden

 

Marcos Betanzos @MBetanzo


Se equivoca quien piensa que los tiempos recientes se caracterizan por la incredulidad, la desconfianza, el descontento y el poco rumbo que muestran nuestras instituciones y nuestros gobernantes. Desde hace años estamos en medio de una marisma que, dejando de lado el pesimismo y el coraje, estableció el humor involuntario como instrumento de desfogue, una válvula de escape que apenas nos permite romper –o tal vez, disimular- el drama de nuestra infame realidad. Se trata de un proceso en el cual se reduce a fuego lento la exigencia pública y se obtiene un “meme”, la ridiculización pública de una situación imposible de modificar(nos). Al reírnos la herida nos duele, ponemos el dedo en la llaga pero no cambia(mos) nada. Seguimos siendo un retrato de lo que más aborrecemos.

Así de “meme” en “meme”, vamos viendo cómo no hay formas de cambio reales. Los problemas y las contingencias se vuelven actos cíclicos: hace años la guardería ABC, hace días el hospital materno infantil en Cuajimalpa. Todos los sucesos recientes tienen sus actos similares en el pasado, todos, inclusive el reproche de nuestro presidente por un aplauso inmerecido que, acostumbrado a la simulación, exige sin reparo. El “ya sé que no aplauden”, es otra postal de ese mundo donde todo va bien, una ilusión personal, pura fantasía.

En el gremio de los arquitectos las cosas no van muy lejos de esa tendencia: la meritocracia tiene a sus actores bien ubicados y en medio de la descalificación, la arrogancia, la complicidad o la impunidad de profesionales que se han prestado a satisfacer las fantasías de poder de funcionarios de todo nivel; las acusaciones o las inconsistencias siguen ridiculizando una profesión que parece ser la ramera más complaciente de la ciudad y que también exige su aplauso. Es inevitable afirmar que mientras esa siga siendo la constante y nadie dé un paso en contrasentido, todos los inocentes involucrados seguirán haciendo uso de un sistema que permite ocultarse unos tras otros sin miramientos. Proyectos adjudicados directamente por doquier, que se presumen y que se premian; proyectos huérfanos ante la menor controversia o crítica, muchos –la gran mayoría- erigidos con recursos públicos u otros con gran impacto en el mismo ámbito.

Claro que se puede hablar de los proyectos que Consuelo Sáizar ordenó considerándolos “obras de arte”, tanto como los que se han señalado en la delegación Miguel Hidalgo y también los de Iztapalapa, ejemplos sobran. Ya superado u olvidado con humor y con descalificaciones esas y otras obras, ¿será posible pensar que la transparencia –la mayor exigencia pública de nuestro tiempo- en la arquitectura dejará de ser una metáfora descriptiva para convertirse en una cualidad irrefutable de su sistema de producción? Si tenemos el gobierno que merecemos, entonces, ¿tenemos la ciudad que merecemos con la arquitectura que merece?

Juhani Pallasmaa nos dice que, en un mundo cada vez más trasformado en ficción por una arquitectura de la imagen comercializada y por la atractiva y seductora arquitectura de la imagen retiniana, la tarea del arquitecto crítico, profundo y responsable es crear y defender el sentido de lo real en lugar de crear o respaldar un mundo de fantasía (…). “En un mundo de simulacros, simulaciones y virtualidad, la tarea ética de los arquitectos consiste en proporcionar una piedra de toque de la realidad”.

¿Podemos comenzar con dejar las cosas claras cambiando las reglas del juego?

http://www.portavoz.tv/2015/02/04/ya-se-aplauden/

domingo, 8 de febrero de 2015

Arquitectos por la transparencia

Arquitectos por la transparencia 

-Marcos Betanzos @MBetanzos


Una iniciativa denominada “Arquitectos: por la transparencia en la obra pública” a la que ha convocado firmar Alejandro Hernández Gálvez ha comenzado a circular en las redes sociales, la causa básicamente se ha concentrado en asumir un compromiso profesional para no ser parte del sistema de adjudicaciones directas en cuanto a proyectos públicos se refiere. Con sólo seis días de estar en la red, se han firmado poco más de 330 personas. No son muchas para la cantidad de arquitectos que existen en la Ciudad de México o en el país, ni son pocas para ningunear el posible nivel de compromiso que algunos pueden asumir si este tipo de iniciativas llegara a otro nivel de exigencia.
Esta iniciativa da muestra de muchas cosas, por ejemplo de la necesidad de llevar a un nivel y plataforma distinta el vox populi (la queja, el chiste simplón o el argumento mejor armado), en donde al menos, sea posible registrar objetivamente la intención de generar un cambio en el método de producción de nuestra práctica arquitectónica, toda vez que ésta tiene injerencia en nuestra vida ciudadana; asimismo es un indicador de la participación gremial cuando de formar parte de una decisión comprometedora se trata: nadie –habrá que ver hasta qué punto se desmiente esta generalización- en su sano juicio quiere arriesgarse a ser excluido de las rebanadas del pastel y menos hacerlo por cuenta propia.
 Los que han firmado, tal como lo dije hace días son, los que seguramente quieren no sólo garantizar que los procesos de adjudicación sean mucho más democráticos sino que sean más justos, que sean sobre todo más transparentes. Lo harán los que buscan tener una oportunidad de trabajo bajo un sistema más incluyente que permita un campo de juego más parejo, mucho más horizontal. Lo harán los jóvenes, arquitectos recién egresados que ven en los concursos una nueva forma de poner en práctica lo aprendido y validar sus conocimientos con situaciones reales. Lo harán los que no tienen nada que perder, los que aún no han ganado nada.
 
Y es ahí donde surge la pregunta incomoda ¿firmarán los que ya gozan de privilegios conocidos, de encomiendas y de adjudicaciones o simplemente se mantendrán la margen? ¿Harán lo políticamente correcto, que es firmar y apoyar la causa públicamente y en lo privado mantener la estructura del sistema del dedazo?  ¿O callarán desviando la mirada? 
Si firman, estaremos frente a un acto que simbólicamente los compromete -porque hay que decir que esta petición sólo alcanza ese nivel de compromiso-; si firman estaremos ante una manifestación ejemplar que de tomarse con seriedad puede dar una verdadera pauta para romper las inercias que han caracterizado a nuestro gremio; si firman harán un gesto mínimo de congruencia o quizá otro mayor de cínica hipocresía que compruebe hasta qué punto se comulga con la idea de mantener un sistema donde la discrecionalidad impera.  
Habrá que ver, si en la medida de lo posible es viable hacer pública la lista de quienes han firmado. Esto con la finalidad de dar seguimiento y engrosar la causa más que para generar un reconocimiento o un linchamiento público. Es un buen inicio, habrá que ver qué tipo de resultados se generan. Siempre se correrá el riesgo de pensar que una idea como esta puede maniatar los procesos de trabajo, pero no debe desestimarse que este mecanismo, de consolidarse como un proceso cultural representa una oportunidad valiosa para dejar claro con cuánta asepsia podemos trabajar por el bien común de las ciudades en las que vivimos.

Aquí el link para firmar:



https://www.change.org/p/arquitectos-por-la-transparencia-en-la-obra-p%C3%BAblica?recruiter=63687811&utm_source=share_petition&utm_medium=twitter&utm_campaign=share_twitter_responsive

miércoles, 4 de febrero de 2015

Ya sé que no aplauden

Ya sé que no aplauden



Marcos Betanzos @MBetanzos



Se equivoca quien piensa que los tiempos recientes se caracterizan por
la incredulidad, la desconfianza, el descontento y el poco rumbo que
muestran nuestras instituciones y nuestros gobernantes. Desde hace años
estamos en medio de una marisma que, dejando de lado el pesimismo y el
coraje, estableció el humor involuntario como instrumento de desfogue,
una válvula de escape que apenas nos permite romper –o tal vez,
disimular- el drama de nuestra infame realidad. Se trata de un proceso
en el cual se reduce a fuego lento la exigencia pública y se obtiene un “meme”,
la ridiculización pública de una situación imposible de modificar(nos).
Al reírnos la herida nos duele, ponemos el dedo en la llaga pero no
cambia(mos) nada. Seguimos siendo un retrato de lo que más aborrecemos.



Ya sé que no aplauden

Ya sé que no aplauden

miércoles, 28 de enero de 2015

Mecanismos de poder 

Por Marcos Betanzos @MBetanzos

 

Escena 1: Se vuelve viral el video donde el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco da una bofetada a uno de los miembros de su equipo.

 
Escena 2: El mismo gobernador en un evento público hace manifiesta su “más sincera disculpa” y permite que el agraviado le propine dos bofetadas. Antes le promete muchos años de trabajo.

 
Escena 3: Aparece la pregunta incomoda: ¿Cómo abofeteamos los arquitectos a nuestros colaboradores? 
  

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En días recientes pregunté si era legal que algunos despachos exigieran, una vez que te han contratado, firmar hojas en blanco con el argumento de que eso formaba parte de la política de la empresa. Lo hice ante la consulta que un amigo cercano me hacía sobre su nueva oportunidad laboral que pronto lo d

ecepcionó. Estaba desconcertado: ¿es posible que me pidan eso, para qué lo quieren? Nunca había oído que ese tipo de prácticas se realizaran. Acababa de llegar a la Ciudad de México. Sigue buscando trabajo. 


Está mal decirlo pero ya nada sorprende. Lo del gobernador fue un “accidente incidental” sólo porque salió a la luz, porque no hubo forma de encubrirlo y entonces indignó de sobremanera. Queda pendiente analizar qué tan auténtica es esa indignación que se expresa porque nadie negará que en nuestra sociedad hay cierta adición a las demostraciones de poder por el poder: bien sabido es que aquí se chinga a quién se puede o se deja chingar. ¿Cierto? 


Entonces, en el límite de expresar nuestra indignación porque es lo políticamente correcto se encuentra una tarea pendiente por cumplir donde cabe cuestionar si puede esa indignación llegar, por ejemplo al centro de cada oficina de arquitectos de este país, simplemente para respondernos, ¿cómo abofeteamos los arquitectos a nuestros colaboradores?  

La lista se vuelve interminable. Prácticas comunes de males ancestrales en el desempeño de un oficio que poco parece entender sobre derechos laborales y mucho entiende del cumplimiento -a cualquier precio- de las obligaciones dictatoriales que ejerce el maestro al aprendiz. Acoso, trabajos sin pago, horas extras nunca retribuidas, un ninguneo sistemático al esfuerzo individual, omisión de créditos en colaboraciones, segregación, discriminación, maltrato, falta de seguridad social y un gran etcétera. Todo ya normalizado para quien decida ser arquitecto y tenga cierto apego a la sumisión heroica o simplemente, como la gran mayoría en este país: necesidad de trabajar.

También por eso, ya podemos comenzar a mostrar nuestra indignación y hacer algo al respecto. ¿O aún no es tiempo? 
 
 
 
Fotografías: Marcos Betanzos
* Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe. 

 



lunes, 19 de enero de 2015

#BORDOS100 será presentado en el marco de ZONA MACO 2015 

Nos vemos en el Centro Banamex del 4 al 8 de Febrero

+ INFO: #BORDOS100 

viernes, 9 de enero de 2015

La Visual de... Ricardo Porro


Por Marcos Betanzos @MBetanzos

 

Ricardo Porro murió el 25 de diciembre de 2014 en Paris. Su trayectoria se colmó de un buen número de obras construidas –nunca tantas como las que incesantemente proyectó-, y su paso notable por la academia en Venezuela y Francia: arquitecto forjador de innumerables generaciones confrontó y padeció –al igual que su obra- el rigor del castigo ideológico, propio de la controversia y tensión post revolucionaria de su país natal, Cuba. 

Nominado en 1994 para recibir el Premio Pritzker y acreedor de otros tantos premios de carácter internacional es reconocido en todo el mundo por comenzar en 1959 su gestión como coordinador general del proyecto de las Escuelas Nacionales de Arte que entre 1961 y 1965 construiría en los terrenos del barrio de Cubanacan en las afueras de La Habana, contando con la colaboración de Vittorio Garatti quien realizaría la escuela de Ballet y la de Música y Roberto Gottardi, autor de la escuela de Artes Dramáticas. A su cargo estarían la escuela de Artes Plásticas y de Danza Moderna. 

Roberto Segre (1934-2013), refirió en numerosas ocasiones el valor de la arquitectura de las Escuelas Nacionales de Arte de La Habana, éstas afirmaba: “constituyen uno de los principales íconos urbanos de la primera etapa de la Revolución cubana, caracterizada por su contenido romántico, pasional, más surrealista que socialista”. Estos dos proyectos que realizó, son puerta de entrada a una obra colmada de compromiso y oficio, atenta al detalle, a la técnica constructiva y la emoción, en ellos Porro evidenció que su arquitectura “trata de decir, no es abstracta” y por ello, estudiosos como la arquitecta Eliana Cárdenas (1950-2010), afirmaban que en su trabajo lo tropical, la africanía cubana y la sensualidad tienen papeles protagónicos. 

En Artes plásticas la simbiosis entre interior y exterior se logra con un patio central y galerías reinterpretadas de la arquitectura tradicional de la isla. Con la bóveda catalana como elemento formal, portante y expresivo, Porro logró grandes espacios cubiertos por formas redondeadas que, junto con la fuente en forma de papaya, se asocian con lo sensual, metáfora de los senos y la vulva de una mujer. Ricardo Porro afirmaba que el plan general de Danza moderna rememora un golpe de gran impacto sobre un cristal, metáfora de la repercusión de la Revolución cubana. Porro hizo gala de su convicción de que “arquitectura no solo es forma sino contenido” reiterando tres principios básicos que rigieron este proyecto: a) utilizar el ladrillo como material constructivo predominante; b) adaptarse a las condicionantes topográficas del paisaje; c) lograr la máxima libertad compositiva en la organización de las funciones: diversidad en la unidad.  


Este gran proyecto integrado por cinco escuelas disimiles pero conectadas por su lenguaje arquitectónico libre de ataduras con el inmediato pasado, que reformularon los vínculos entre historia, sociedad, cultura e ideología, son parte de la herencia de este arquitecto que aún condenadas al abandono, el olvido y la destrucción, siguen en espera de que su reconocimiento y trascendencia en la cultura arquitectónica les hagan justicia. Tal como afirmó Gerardo Mosquera, estas obras se convirtieron en las primeras ruinas postmodernas de las Antillas, con la muerte de su autor, aún persiste el optimismo de que vuelvan a resurgir.